La obra de Rufina Santana, en su obsesión por fijar las cartografías, hace gala de su maravillosa sensibilidad por captar las formas, los colores, los ritmos, y los suaves o estruendosos sonidos de aquellos.
Ante sus pinturas nos sentimos arrastrados, como las figuras ondulantes y nadadoras que hallamos en sus obras, a penetrar en sus transparentes secretos.
(Extracto del texto «Aguas claras y primaverales, aguas profundas y procelosas. Aguas femeninas y enamoradas» de Antonio Manuel González)